lunes, 10 de marzo de 2008

UN VERANO DE LOS OCHENTA EN LA PLAZA COLÓN..., Y BALONES QUE RECUPERAN LAS PLAZAS



Sí sí...ya sabemos que todavía no es verano en nuestra ciudad. Pero nuestra amiga y colaboradora habitual Elvira, que ya nos ha obsequiado con una entrada sobre el Fernando de Rojas y con múltiples comentarios en Blogochenta, nos ha encargado un "trabajito" (cómo nos gusta) para que acompañara a su texto sobre sus recuerdos ochenteros cerca de la Plaza Colón y alrededores. ¡Y nada!, aquí os dejámos con el fantástico texto de Elvira, y para ella que está en Madrid, y para todos balones que recuperan las plazas..., como debe de ser en tiempos de niños de sofá, consolas, e inefables Wii's ...

Elvira dijo: ¿Donde están los niños? . Con 8 años yo me plantaba unos rokys (aquellos pantaloncitos cortos que llevábamos entonces) con su camiseta de tirantes a juego y me lanzaba a la calle para pasar jugando los tórridos (dejémoslo en tibios) días de vacaciones de verano.En aquella época todavía no sabía lo que era un cate, así que tenía todo el tiempo del mundo para pasarme las vacaciones remoloneando en la calle, nadando en las piscinas municipales y metiendo los pies en el río Arlanzón, deseando que llegase el momento que mi padre cargase los bártulos y la sombrilla en el R9 para irnos a pasar 15 días a Oropesa del Mar.Mi itineriario de todos los días pasaba por reunirme con mis amiguitas en la plazuela que hay debajo de mi casa.

Si no estábamos todas acudíamos como una horda de bárbaras a rescatar a la ausente " ¿ Puede bajar Martita?", "No, que está castigada", "Por favor, por favor", repetíamos todas a una, hasta que la madre de Martita por no aguantar a la niña dando la lata, le dejaba irse a jugar.Y es que había cantidad de cosas que hacer; las chapas (de ciclistas, era la época de Perico Delgado), la peste, el esconderite (el genuino y el inglés), la comba, campos quemados, el bote y mi especialidad preferida; la goma. Las lectoras chicas seguramente recordarán las infinitas combinaciones que había y la dificultad que entrañaba pasar de la 4ª a la 5ª. Las canciones que acompañaban los saltitos no tenían desperdicio; " Sé, sé, sé, Miguel Bosé", "Marta tiene un marcapasos" y otras que olvidé...Con los chicos nos llevábamos fatal al principio, luego vino lo de que el Javi está por la Sonia y la relación cambió aunque seguíamos sin aguantarnos...Solo nos juntábamos para jugar a "cosas brutas" de vez en cuando y para pegarnos el resto del tiempo...La aventura entonces era coger la bici y escaparse hasta Virgen del Manzano, donde nuestras madres nos tenían prohibido ir porque solían merodear por allí "los ladrones de bicicletas".
Otro lugar que nos encantaba eran las campas que había al final de Reyes Católicos, el paseo inacabado ofrecía una fantástica pista de cross con todos aquellas baches y cuestas de tierra. No éramos los únicos; cerca de allí los abuelos jugaban a la Tuta en una pista improvisada en la calle General Dávila. Donde hoy están los Juzgados, unas piedras enormes, vestigios de algún derribo, fueron mi primera casa de muñecas. Después construiríamos otro refugio en el interior de la campa, a salvo de ojos indiscretos, entre la maleza y la basura (lo que no me explico es como no pillé ninguna infección).La hora de la merienda era sagrada. Bocadillo de chorizo o de nocilla (si había suerte) en mano apurábamos los juegos hasta que llegase la hora del toque de queda. ¿ Y las veces que bajaba nuestra pobre madre a buscarnos porque nos lo habíamos saltado a la torera?Y así hasta el 15 de septiembre...Me pregunto que diferencia hay entre aquella época y la actual. ¿Es que entonces no había peligros? La generación siguiente a la mía dejó de bajar, supongo que llegó el ordenador y el miedo a los raptos infantiles.

En nuestra ciudad hubo un antes y un después marcado por un acontecimiento trágico en los años 90, y poco a poco esta sana costumbre se fue circunscribiendo a los pueblos donde se conocen todos.En la plaza que hay debajo de mi casa, Toño el del bar ha ido invadiendo con su terraza veraniega el campo de fútbol de mi infancia. En cuanto llegan los primeros calores a Burgos los niños de mi barrio salen a jugar, ya sin esa maravillosa libertad. Sus padres no les quitan ojo desde la mesa mientras se toman unas cañas tan ricamente. Pobres...

9 comentarios:

Anónimo dijo...

La verdad que da gusto ver ahora la zona de los nuevos juzgados, con lo que yo habré jugado en esa campa, haciendo motocross con la bici o jugando al baloncesto en la pista que estaba donde ponen ahora la terraza del Cañas y Tapas. También era mítica la pista de tuta que estaba al final de General Dávila. Da pena que ahora no se vea a los niños jugando en la calle.

Anónimo dijo...

Gracias, gracias por esta entrada tan genial que me has preparado, y sobre todo por esa fantástica regresión a la infancia con balón incluido.
y las chapas!!!Las has encontrado!! Pensé que se habían extinguido... Por cierto, ¿y quienes son los dos ciclistas? Es que chicos, yo jugar, jugaba pero nunca dije que supiera con quien...
En fín, que me ha encantado...quien tuviera 10 años de nuevo!!!

Anónimo dijo...

Entre todos podríamos reconstruir como era esta,nuestra ciudad, en aquella maravillosa década. Sería interesante, aunque es muy costoso. Como siempre, las historias geniales, creo que poco a poco voy rejuveneciendo.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Quizá seamos los últimos que recuerden que en la ciudad podía jugarse en la calle. A no ser que hagamos algo.

Anónimo dijo...

Pues a todos os digo que; gracias por vuestros comentarios, que me alegro que os haya gustado y que, por supuesto, no tenéis más que mandar vuestro texto y blogochenta se ocupa de todo. Uno de los ciclistas Elvira es Sean kelly, del otro no te puedo precisar.

Anónimo dijo...

Didier García, pone en la propia chapa Elvira

manzacosas dijo...

Hola. Pues como soy más viejo me puedo permitir la chulería de afirmar que jugábamos a las chapas en la calle, y cuando venía don Marcos Rico con su coche se le paraba, pintábam,os con tiza la posición de las chapas y luego se le dejaba pasar. Faltaría menos. Por cierto, él encantado. Era en la Avenida entonces de Sanjurjo y había hermosos plátanos de paseo que daban hermosa sombra. Un saludo

Anónimo dijo...

Un saludo para ti manzacosas

Anónimo dijo...

Por las coordenadas que cita, piedras no sé pero igual algún bolazo de nieve si se ha llevado Elvira del que suscribe.