¡Maldita sea qué frío hacía aquella tarde!.
Bajo el ayuntamiento tocado con tu pasamontañas, con aquel abrigo blanco de Textiles Marín y con ganas de llegar de una vez al colegio.
Por la mañana a tu madre le había costado dios y ayuda colocarte el jersey de grecas azules y los zapatos. Tú tenías aquella desazón que te producían siempre los días con una excursión programada por la ciudad.
¡Maldita sea el suelo está congelado!
Y mientras dabas pasos..., sólo pensabas en que querías ser mayor (¡ay pobre!), en que querías abrirte nuevos horizontes como esos adultos a los que admirabas desde tu mirada de niño.
¡Qué querías quitarte el pasamontañas y vestirte de moderno... !
¡Qué querías que llegaran los 80...!
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2 comentarios:
Es curioso cómo el frío de la niñez regresa cuando nos hacemos mayores.
suerte tuviste si saliste de excursión por la ciudad, en mi cole lo más lejos que íbamos era a rezar a la capilla, todas de azul marino...
:D :D
(bueno, alguna excursioncilla si hicimos a ciudades de importante tejido industrial, que se decía entonces)
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