viernes, 13 de febrero de 2009

Y SI TE VUELVO A VER PINTAR UN CORAZÓN DE TIZA EN LA PARED...

Ahora que todos hemos pasado por el erosivo y espeso lenguaje jurídico de escrituras de propiedad, de hipotecas, de que estemos pendientes del índice nikkei y de valor del ibex-35, cuesta reconocer que nuestras primeras declaraciones públicas de amor ochentero las hacíamos con algo que ahora suena tan cursi como lo que vemos en la foto. Pero era así... y lo escribíamos en paredes, en papeles y libros de E.G.B.

Y la cosa no parece haber cambiado mucho. La foto que veis continuación es un resumen de los que las nuevas generaciones escriben (sin dejar casi ni un milímetro libre) en las puertas de los servicios de la Biblioteca Gonzalo de Berceo y que parece no haber cambiado mucho con el paso del tiempo. Luego la generación del críptico lenguaje abreviado del SMS, la de los pantalones caídos y nuevos planes de estudio impronunciables, sigue guardando sus deseos sentimentales en un corazón o tras una simple X[por].

Eso sí, algunos fenómenos del corazón y del sexo que en nuestra época se encontraban solapados y escondidos en el fondo de armarios que sólo se abrían en la intimidad, son ahora visibles, evidentes, y buscan el encuentro colectivo a través del mensaje en la puerta de una biblioteca pública.





*EL CIBERCAFÉ CABARET os invita el Sábado, esta vez durante todo el día, a probar su pincho "especial del amor" y a escuchar una amalgama de las mejores canciones románticas. También el Domingo por la mañana grandes sorpresas para niños y mayores. C/ La Puebla 23

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Larga vida a San Valentín.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

¡El amor no tiene edad!

Anónimo dijo...

Desde los chopos del Duero que cantaba Machado a los baños de la biblioteca de Gamonal, lo de tatuar a golpe de navaja nuestro amor por el contrario siempre ha sido un arte. Por cierto ¿Porque tendremos la necesidad de manifestarlo de esa manera tan...poco cívica?

Teresa dijo...

Había gente que se enfada cuando pintábamos en el suelo, y eso que la tiza se borra con el agua de lluvia...

Anónimo dijo...

En los antiguos bancos de la plaza Santiago sí que se pintaban cosas y hubiesen dado para un libro dado que en cada madera se escribian unos cuantos y que cada banco contaba con unas diez maderas.

Lo de la costumbre de sentarnos en la parte de arriba del banco pisando lo que otras personas usaban de asiento también era curioso.