La semana pasada se inauguró por parte de nuestro ayuntamiento la reforma de la plaza de Venerables (entre clínica de Vara y calle Azorín), sin entrar en la distribución y sus elementos arquitectónicos que son muy discutibles, la plaza si que guarda una sorpresa y un acierto por parte de sus diseñadores: La presencia en bronce de las figuras de dos niños jugando a las canicas.
Y desde luego lo es porque por una parte evoca las prácticas y los juegos que nosotros; una generación de chavales que ocupaba la calle para hincar sobre el suelo las rodillas y desarrollar los juegos más simples, sencillos, de estructura humilde y alejados de las ostentosas consolas, pero a la vez aleccionadores y que destinados a fomentar la amistad y la camaradería desarrollamos en multitud de ocasiones. Y por otra, porque el escultor ha sintetizado en la vestimenta de los chavales y sus caras los detalles que representaban a todos nosotros en tantas tardes de parque, de arena, de canicas compradas “a duro” y de términos como "cuarta", "chili", "caldero" .
En las caras de los niños que podríamos ser cualquiera de nosotros; concentración, alegría, y la mirada fija a uno de esos amigos de juegos de infancia que ya no olvidarás jamás. En sus botas, fidedigno, el barro que en tantas campas todavía sin urbanizar pegábamos a nuestras suelas antes de dejarlo en el felpudo que daba entrada a nuestra casa, cuando no en el pasillo para pesar y disgusto de una madre. Y por supuesto, en sus piernas el pantalón corto que todos llevamos y que un día dio paso al largo de adulto que, unas décadas después, se dirige presuroso con sus hijos a casa para conectarlos a una inefable consola y evitar así que nos molesten. ¡Tiempos que cambian! ¡Calles que se quedan vacías de canicas! ¡Wii´s que sustituyen de forma virtual la esencia de lo natural y lo auténtico…! O lo intentan, porque desde luego… ¡No lo conseguirán nunca!.
7 comentarios:
Que poco nos importaba mancharnos las rodillas, por estar en contacto con la tierra, que nuestra madre acababa limpìando con estropajo.
Sin querer emular a la ministra Aído, hecho de menos a una niña en este grupo escultórico. Que nosotras también le dábamos a las canicas (y a los canicos)!!
¡joder Mazinger-Z!
La verdad que es una pena que se haya perdido el "bajar a la calle", con la de horas que echamos nosotros jugando en la calle al fútbol, las canicas, la peonza, las chapas o el escondite.
... en el parque santiago antes de ser asfaltado. Inolvidables partidas y "El Mani" mangando alguna que otra también todo sea dicho.
Pie, cabe. Gua. La de canicas que cambiaban de mano en las campas y, no se por qué extraña razón yo siempre me quedaba con la que estaba rugosa.
qué nostalgia
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