Traemos hoy a Blogochenta el artículo que ayer en la sección Magazine de EL SEMANAL firmaba el periodísta Carlos Herrera. En él el autor se queja amargamante del cierre de algunos bares que han sido parte de su juventud y de su vida.Trancribimos en Blogochenta, y porque nos adherimos a lo que dice, parte del artículo obviando el apartado en el que nombra locales de su Sevilla, y, les cambiamos por nombres de nuestro Burgos como podrían ser todos los que hemos traído a Blogochenta, y todos los que tenemos que traer.
-JUAN DE LAS CALESAS, LOS SILBIDOS QUE PERDIMOS-: por Carlos Herrera
Cuando uno de los bares de tu vida cierra es como si cerrasen para siempre una de las habitaciones de tu casa. Diría más: es como si cerrasen tu propia casa como si fueras testigo del derribo del edificio donde han crecido tus cuitas, tus pendencias, tus horas perdidas, tus minutos ganados, tus tardes en blanco, tus noches de vino, tus mañanas de aceite y cafeína. No se me va de la cabeza la mañana de invierno en que me sorprendió una agencia de viajes en el local en el que mi padre me llevaba a beber un batido de chocolate, después del colegio, en la calle de Salmerón, en Barcelona: fue como si me hubiera traicionado alguien que eternamente debía estar al servicio de mi memoria.
El propietario de un bar nunca acaba de saber lo trascendental que puede haber sido para los parroquianos que han pasado en sus barra o en sus mesas el cúmulo de horas consumidas entre las cuatro paredes de su local. Antes al contrario, cuando lo dejan, suelen hacerlo hasta la coronilla y no desean otra cosa que jubilarse o dedicarse a vivir una vida que, hasta la fecha, ha quedado consumida a servir placer a los demás.
-Definitivamente,somos los bares en los que hemos vivido y en los que hemos bebido-
...Juan cerró sin dar explicaciones previas, sin ceremonia de despedida, sin tiempo de plañideras, sin lágrimas del adiós. Y ustedes dirán que eran viejos, que ya merecían un descanso, que su local era una sangría de perdidas...y yo les diré que por aquí. Nos hemos quedado con un palmo de narices, huérfanos de virutas y huérfanos de silbidos, desorientados de por vida, vagabundos de mediodía, de terraza de noche en las horas tórridas del verano. Nos han hecho la faena del siglo, como a usted se la hizo ese amigo, casi mejor que un familiar que le cerró en las narices la puerta de su abrevadero. Definitivamente, somos los bares en los que hemos vivido y en los que hemos bebido. Somos, un poco, hijos de los silbidos que perdimos.
6 comentarios:
Hola. Leí lo de Carlos Herrera y me gustó. Tiene algo de razón al quejarse de la pérdida de establecimientos que han sido punto de encuentro y de reuniones de amigos. Hoy aparece en Diario de Burgos, escrito por de la Viuda, un comentario sobre el tema, con referencia al Garilleti, sitio al que acudimos unos cuantos carrozas durante muchos años. He recortado el artículo y procuraré explayarme más adelante. Otro que echo de menos era el la Fuente, en la calle de Vitoria, al que también cita. Seguiremos comentando este tema. Un saludo. Manzacosas
por cierto pregunta Luis Ángel por alguiel que sepa el nombre del bar que estaba más o menos donde está Zara, quizá tú Manzacosas testigo del tiempo pasado en Burgos puedas comentarle.
alguien
lo que es el paso del tempo....
qué gran verdad: los bares nos han hecho... la desaparición de un garito de juventud nos deja a la intemperie de cualquier cafetería anodina
Carlos Herrera siempre "clavándolo"
Y BLOGOCHENTABURGOS tan oportuno en el quite.
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