martes, 24 de marzo de 2009
EL TELÉFONO DE RULETA: EL PRIMER RING EN UNA CASA... SIN PREFIJO 947.
Hoy realizamos portabilidades de móvil para forzar a nuestra compañía a regalarnos el mejor terminal con GPS, y 3G, y Bluetooh, y Cámara 5x, e infrarrojos, y al final igual hasta tenémos suerte y además conseguimos llamar a alguien con él.
Sin embargo no hace tanto que en los hogares burgaleses de los 80, la mayor parte de ellos sin teléfono individual y con padres que bajaban a llamar a cabinas públicas y al locutorio que la propia telefónica tenía en su edificio de la calle Vitoria, llegó, con el primer alta en telefonía fija, nuestro primer teléfono: EL TELÉFONO DE RULETA.
El teléfono de ruleta guardaba las esencias de las cosas sencillas: Su interminable marcar con cada número que tenía que volver hasta el tope, el cadencioso soniquete que recordaba a la ruleta de un barquillero, el número (sin prefijo 947) que se guardaba tras el plástico del frontal, su aspecto austero y sus tristes tonos de color que hacía que parecieran diseñados tras algún país del telón de acero, su incómodo sistema que obligaba a que si te equivocabas volvieras a mover, una y otra vez, su disco agujereado. Sin embargo y pese a todo, su llegada a nuestras casas fue una auténtica revolución; con él hemos hablado con nuestros amigos e intercambiado nuestros nuevos números, hemos quedado con nuestros primeros ligues, le hemos llamado desde la calle para decir que llegábamos tarde esa noche en tiempos en que, como dice mi querido y admirado (y el mejor escritor de esta plaza) Óscar Esquivias; una voz surgía del pasillo y decía "cuelga ya que es conferenciaaaaa".
Luego ha sido sustituido por los más cómodos y avanzados modelos de teclas cuando no de reconocimiento de voz, pero, el teléfono de ruleta, ha sido testigo de las conversaciones de toda una generación que crecía contando secretos de juventud sólo a través de su terminal, de conversaciones que hablaban de amor y de juerga, de risas y amargas lágrimas, de transgresión y de modernidad, de una voz quebrada por una ruptura, y de aquella llamada que no hiciste buscando una reconciliación y que hoy sabes que..., posiblemente..., hubiera cambiado tu vida... RIIIIINNNGGGG
*Todavía hoy se encuentran vestigios de otro tiempo como éstos que, en la calle Santa Bárbara el primero, y en esteban Sáez de Alvarado los segundos, anuncian mensajes comerciales sin el 947 que llegó en los 90.
*Nadie cantó mejor a una conversación, posiblemente telefónica, que ellos en el mítico TOCATA.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
8 comentarios:
El modelo de la foto era el "Heraldo". Pero fashion total era el "Góndola", aquél que tenía el disco en el propio auricular, alargado.
Aún recuerdo el "desconchado" que quedó en la pared cuando cambiaron el teléfono de ruleta por el nuevo forma multiservicio (creo que estos teléfonos tienen un botón a un lado para hacer el teléfono analógico, jejejeje, es decir, das al 9 y oyes como cae la ruleta como si la hubieras girado hasta el nueve).
El otro día leí unos consejos de un importante economista para ahorrar gastos en estos tiempos de crisis y uno de ellos era poner el teléfono en lugar de la casa con poca intimidad, para que los jóvenes no se pasaran horas hablando por teléfono.
Esto me hizo plantearme dos cosas, una, mis padres saben de economía doméstica porque toda la vida han tenido el teléfono en el pasillo (y yo que pensaba que era porque estaba en el centro de la casa) y dos, creo que este economista está un poco alejado de la realidad, ya que ahora los jóvenes usan mucho más el móvil que el fijo.
Aun recuerdo el primer teléfono que entró en casa de mis padres, como recuerdo la primera televisión. Desde luego, nadie pensaba en que fueran cacharros de usar y tirar, como los móviles.
Ja, ja, ja...buena apreciación, David.
Cuando yo me tiraba horas y horas enganchada al teléfono hablando con mis amigas del Insti, en casa siempre me decían "¿Por qué no quedáis, os tomáis una cocacola y os decís todo esto en persona? ¡Seguro que sale mucho más barato!"
En casa de mis padres sigue estando el Góndola rojo de ruleta. La verdad que a mi me gusta, de vez en cuando, llamar desde él, y oir el ruido de la ruleta marcando.
Yo del locutorio de Telefónica que me acuerdo era el que había cerca del arco San Juan, al lado de la cafetería Canarias.
Y la de horas que me chupé esperando colas en las cabinas porque en aquella época sólo se podía llamar a partir de las 10 de la noche, que era la tarifa barata y se llenaban las cabinas.
El teléfono, antes, era para cosas serias: para anunciar bodas, nacimientos y defunciones, más que nada. Imposibles las confidencias íntimas que lindan con la pornografía, o el uso lúdico de la cháchara haragana. Se hablaba con parquedad, firmes en el pasillo, un oído en el interlocutor y otro en el progenitor. Pues no han sido listos ni nada los de la telefonía celular...
Que poco necesitaba este trasto de pequeño. Simplemente salía a la calle y ya me encontraba con alguno de la panda.
ME ACUERDO DEL DÍA QUE LOS EMPLEADOS DE TELEFÓNICA PUSIERON EL TELÉFONO HERALDO ROJO EN CASA. LAS GENERACIONES ACTUALES NO VALORAN LO QUE FUE EL "TELEFONO FIJO" PARA NOSOTROS, PORQUE SIMPLEMENTE ESTÁN TAN COMUNICADOS ACTUALMENTE QUE LA SOLEDAD ES MAYOR QUE EN NUESTROS DÍAS.
Publicar un comentario